El milagro del Aconcagua
En el fútbol no hay rivales chicos, pero sí existen los equipos chicos y eso no tiene nada de malo. Esto lo saben de sobra, por ejemplo, los jugadores del Queen’s Park Glasgow, un team de la tercera división escocesa cuya historia fue relatada hace un par de días en “El País” de España porque hace una chorrera de años fue el más grande de todos y con el tiempo dejó de serlo por el solo hecho de que jamás ha pagado un sueldo: ya van 143 temporadas sin pagar.
A fin de cuentas, no importa cuánto cobras, sino quién eres, y la pequeñez tiene que ver más con la materia que con el espíritu.
En el San Felipe de Ivo Basay, que ahora es nuestro técnico representante en la Copa Sudamericana luego del fracaso de nuestros grandes, también asumen con humildad su lugar en el mundo, incluso después de la notable goleada del martes contra Liga de Quito, campeón vigente del torneo.
No deja de ser curiosa la leyenda del Uní Uní, ya que sus tres campañas históricas se forjaron inmediatamente después de ascender a la primera división del fútbol chileno: en 1970-71 (campeones), 2000-2001 (invito de 30 fechas en La Bombonera del Aconcagua) y 2009-10 (octavofinalistas en un certamen internacional y con opciones a la liguilla de la Copa Libertadores, por el momento). El Hueso Basay sigue la huella trazada por Luis Santibáñez y Raúl Toro. ¿Da para ilusionarse?
Los milagros existen y de eso pueden dar fe en San Felipe, que le ganó a Guaraní en la fase previa por 11 a 10 en la definición a penales, con una gran actuación de Jaime “Sam” Bravo, y cuyo único título nacional, bajo la conducción de Locutín Santibáñez, maduró al calor del juramento de un niño moribundo: es la historia del pequeño Marcelo Contreras, hijo del gerente del club en 1971, quien a mitad de camino pidió que lo visitara el equipo completo para decir unas palabras. “Me voy a morir dentro de poco, pero estoy feliz porque sé que ustedes van a ser campeones”, les dijo. Poco después tuvieron que partir corriendo al cementerio con la copa.
Este Uní Uní de Basay venció a Liga con lo puesto, pero lo hizo bien, con fútbol y polenta, porque el partido se le puso chúcaro en el segundo tiempo. Conducido por Ángel Vildozo y el Mágico González, el 4-2 de San Felipe contra los ecuatorianos da para mirar de reojo hacia la llave siguiente, donde Newell’s Old Boys pinta como favorito.
En Quito hará falta un poco de suerte, como la que hubo en Asunción para empatar en el cuarto minuto de descuento, pero lo primordial ya está en el corazón de los aconcagüinos: como dijo alguna vez Bob Fitzsimmons, el campéon de los pesos pesados más liviano de la historia, “cuanto más grandes sean, más daño se harán al caer”. Sólo depende del orgullo.
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